El fundamento del cristianismo es la resurrección de Jesucristo. El apóstol Pablo le dice a la iglesia corintia que, sin creer en este principio primario de nuestra fe, entonces nuestra fe es en vano.
Puesto que creemos en la resurrección corporal de Jesús de la tumba después de Su crucifixión, entonces también creemos en la promesa de nuestra resurrección corporal en la eternidad. La alternativa es no creer en nada que sea real, nada que sea esperanzador o redentor.
No podemos separar estas verdades. Jesús es el primer fruto de los resucitados de entre los muertos. Cuando Pablo dice esto en 1 Corintios 15:20, usa un verbo tenso en el griego que significa que Jesús no solo fue criado, sino que sigue vivo. Vive para siempre.
George Sweeting escribe: «En Glendale, California, en forest Lawn Cemetery, cientos de personas cada año se presentan ante dos enormes pinturas. Uno se mete la crucifixión de Cristo.
El otro representa Su resurrección. En la segunda pintura el artista ha fotografiado una tumba vacía con un ángel cerca de la entrada.
En primer plano se encuentra la figura del Cristo resucitado. Pero la característica llamativa de ese enorme lienzo es una gran multitud de personas, de vuelta en el fondo brumoso, que se extienden a lo lejos y fuera de la vista, sugiriendo la multitud que será resucitada de entre los muertos porque Jesús murió por primera vez y resucitó por ellos.»