Si los líderes judíos sabían que el Mesías iba a nacer en Belén, ¿por qué no lo revisaron ellos mismos cuando aparecieron los Reyes Magos?
Permítanme sugerir tres respuestas a esa pregunta.
- Su conocimiento los hizo intelectualmente perezosos.
¿Sabías que es posible saber demasiado? Puedes estudiar tanto tiempo, comparar tantas opiniones, leer tantos libros y debatir tantas ideas que nunca consigues comprometerte con nada.
Ustedes «siempre aprenden, pero nunca son capaces de reconocer la verdad» (2 Timoteo 3:7). El conocimiento es bueno, pero en algún momento tienes que decidir lo que personalmente crees.
- Su religión los hizo espiritualmente indiferentes.
Responder a la pregunta de Herodes era como jugar un juego de Trivia Bíblica donde conoces todas las respuestas de antemano. Pero la religión, incluso la buena religión, incluso la religión basada en la Biblia, puede atenuar el corazón y la mente.
Es demasiado fácil para todos nosotros «jugar según las reglas» de cualquier iglesia a la que asistamos y mantener a Cristo al alcance de la mano. Mientras Jesús sea solo una teoría para nosotros, no nos beneficiará personalmente.
- Sus antecedentes los hicieron culturalmente arrogantes.
Creo que esta puede ser una razón central. Piénsalo un momento. Un día algunos extraños aparecen en su ciudad, afirmando haber visto una estrella en el este que los llevó en busca de un bebé nacido «rey de los judíos».
Qué historia tan extraña. ¿Y quiénes son estos tipos? ¿Cómo sabemos que son de verdad? ¿Quién los envió? ¿De dónde salieron? ¿Y qué era esta estrella? ¿Dónde está? ¿Por qué no podemos verlo?
Siempre es fácil descontar a las personas que no son como nosotros.