La transformación que Cristo trajo en el apóstol Juan es notable. Manifestó síntomas de exposición íntima y personal a Jesús, como los siguientes rasgos, que reflejan el carácter de Cristo. Medita si estos rasgos también están en tu vida:
Autenticidad: Juan se volvió honesto, genuino, sano y real. En Juan 13:25 y Juan 21:20, lo vemos reclinado en el pecho de Cristo y hablando con él. ¿Estás experimentando la realidad de conocer a Cristo con autenticidad?
Humildad: Juan ya no estaba en el centro de su propio mundo; Cristo lo era. Esa es la esencia de la humildad. Así, el apóstol Juan se convirtió en el «discípulo a quien Jesús amaba». (Juan 13:23; Juan 19:26; Juan 20:2; Juan 21:7, Juan 21:20). ¿Estás disfrutando de la vida como Dios quiso que fuera experimentando la verdadera humildad cristiana?
Lealtad: Juan siempre quiso estar donde estaba Jesús. Juan fue testigo de la Transfiguración (Mateo 17:1), el levantamiento de la hija de Jairo (Marcos 5:37), y fue invitado a los momentos íntimos de Getsemaní (Marcos 14:33). ¿Están experimentando la finalización absoluta ofrecida por medio de la lealtad a Cristo y a Su familia?
Responsabilidad: Juan se ganó la confianza de Cristo por su obediencia. Fue disciplinado hasta el punto de ser digno de confianza. Cristo confió a su madre, María, al cuidado de Juan (Juan 19:26-27). ¿Estás experimentando el gozo de vivir a la vanguardia de tu responsabilidad dada por Dios en esta vida?
Tenacidad: Juan estaba dispuesto a perseverar hasta el fin. Se aferró tenazmente a Cristo. En Juan 21:20-23, Jesús le dijo que tendría que esperar «hasta que yo venga.» Y espera que Juan lo hiciera. La revelación es el registro de la venida de Cristo a él, tal como lo prometió. ¿Te estás aferrando tenazmente a Cristo?