Herodes el Grande, el rey mal llamado de Judea durante la época del nacimiento de Cristo, recibió su título más por la fuerza de su gobierno y sus costosos proyectos de construcción que por sus escrúpulos morales.
Solo por la autoridad de Roma obtuvo un reino, e incluso entonces, muchas rebeliones marcaron su reinado. Su inseguridad despertó una sospecha asesina en él que tocó incluso a su propia familia.
A pesar de su reputación, sin embargo, algunos críticos se han preguntado por qué ningún otro historiador — al menos en los relatos disponibles para nosotros— menciona el asesinato de Herodes de los hijos de Belén. De hecho, el único relato que tenemos proviene de Mateo 2:16, lo que ha llevado a afirmaciones de que la matanza es un mito.
Tristemente, que este evento solo es registrado por Mateo atestigua la crueldad por la que Herodes se hizo conocido. Aparte del asesinato de varios miembros de la nobleza judía cuando capturó Jerusalén por primera vez, su paranoia condujo a la ejecución de su tío, sus hijos (junto con las ejecuciones de 300 adherentes a su causa), e incluso su esposa. Y esto no es más que una pequeña muestra de la devastación dejada por su tiranía. Cualquier amenaza percibida a su corona, real o imaginada, ganó un castigo brutal.
Cuando los magos aparecieron preguntando por el único rey de los judíos nacido, la posterior ejecución de Herodes de todos los niños dos y menos en Belén encaja con lo que sabemos de él. Eliminó cualquier amenaza a su soberanía. La mayoría de las estimaciones sitúan el número de niños asesinados en menos de 20. Si bien es una tragedia horrible, la matanza de algunos niños en un pequeño pueblo sin importancia parece poco probable que las páginas de muchas historias se comparan con otras atrocidades de Herodes.
También hay que recordar que gran parte de nuestro conocimiento extra minúsculo de Israel en ese momento proviene de Josefo, un historiador judío y probablemente un fariseo. Incluir este evento requeriría una explicación de por qué murieron los niños. Dadas sus creencias y su deseo de complacer a Roma, no es de extrañar que evite las referencias a esta masacre.