La cruz de Jesucristo es el símbolo característico del acontecimiento central en la historia de la civilización. Sin embargo, hoy representamos la cruz como común. Los joyeros lo golpean en todo tipo de finura para que podamos grapar cruces a nuestras orejas y usarlas alrededor de nuestros cuellos.
Los mercaderes fabrican este símbolo de expiación ilimitada en cosas borrosas para nuestros espejos retrovisores o decoraciones para nuestros jardines. Desde tazas de té hasta camisetas, la gente ha utilizado la cruz para acorralar el mercado en la locura.
Tiendas con cruces cubiertas de chocolate para la Semana Santa. Los jugadores de béisbol y los hombres de negocios se cruzan antes de un gran momento. La cruz en sí se ha convertido en un gran negocio, pero nunca tuvo la intención de ser una baratija de la suerte. Esto es blasfemia en el sentido más verdadero. ¿Es de extrañar que hayamos perdido la maravilla de lo que pasó en el Calvario?
La resurrección de Cristo fue el acontecimiento que logró la salvación y verificó la victoria de Cristo sobre la muerte, pero fue la cruz de Jesucristo la que nos mostró la gracia de Dios. Todo lo que Dios quiere que sepamos acerca de Sí mismo se une en esos travesaños.
Todo nuestro propósito en la vida es elevar la Cruz. Piensa en Jesucristo allí. En el ojo de tu mente, imagínate que se extendió contra el cielo. ¿Qué hace ahí arriba? Respuesta: Está suplicando por ti y por mí. Está tomando la ira de Dios por tu pecado. Está satisfaciendo las justas demandas de un Dios santo. Está pagando el precio que la santidad de Dios requiere para que tú y yo podamos ser perdonados. En el lugar donde nuestra sangre debería haber manchado el suelo, Jesús colgó como nuestro sustituto.
No puedes entender el Evangelio hasta que entiendas esta idea de sustitución. La muerte de Jesús estaba en el lugar de toda persona que ha vivido. Estoy en esa línea. Tú también. Cada uno de nosotros merece morir en pago por nuestro propio pecado, pero Jesús intervino y tomó esa pena por cada uno de nosotros.