La palabra Belén tiene un doble significado. Significa «la casa del pan» y «la casa de la guerra«.
¿No debería Jesucristo nacer en «la casa del pan»? ¡Es el Pan para Su pueblo! Como nuestros padres comió maná en el desierto, ¡así vivimos en Jesús aquí abajo! Hambrientos por el mundo, no podemos alimentarse de sus sombras.
En ese bendito Pan del Cielo, hecho del cuerpo magullado de nuestro Señor Jesús y horneado en el horno de Sus agonías, ¡encontramos una bendita comida! ¡No hay comida como Jesús para el alma abatida ni para el santo más fuerte! El peor de la familia de Dios va a Belén a tomar pan, y el hombre más fuerte, que come carne fuerte, también va a Belén.
Pero también se llama «la casa de la guerra» porque Cristo es para una persona «la casa del pan», o bien, «la casa de la guerra». Si bien es alimento para los justos, causa la guerra a los inicuos, según Sus propias palabras— «no piensen que he venido a enviar paz a la tierra; No he venido a enviar la paz, sino una espada. Porque he venido a poner a un hombre en desacuerdo contra su padre, la hija contra su madre y la nuera contra su suegra. Y los enemigos de un hombre serán de su propia casa.
Y ahora por esa palabra Ephratah. Ese era el antiguo nombre del lugar que los judíos conservaban y amaban. Su significado es «fecamidad» o «abundancia». Es apropiado que Jesús haya nacido en la casa de la fecamidad, porque ¿dónde viene mi fecamidad y vuestra fecamidad sino de Belén?