La frase «Dios tiene un plan» se ha convertido en algo así como un cliché, con una connotación negativa para muchas personas. Pero en las circunstancias que conducen a la crucifixión de Jesús, los relatos evangélicos confirman que Dios tiene todas las cosas bien en la mano.
Lejos de sorprenderse o ser arrastrado, Jesús orquestó cuidadosamente los acontecimientos de la Semana de Pasión (Su última semana en la tierra). Esto no significa que manipuló a los responsables de enviarlo a la cruz; más bien, dio a conocer Su enseñanza aun para aquellos que lo odiaron.
Según Hechos 2:23, la crucifixión progresó de acuerdo con la intención previa de Dios, y la Semana de Pasión nos permite ver cómo sucedió esto. Con Su llegada durante la Entrada Triunfal, Jesús vino como el Mesías prometido en exactamente el momento justo de la historia (véase Daniel 9). La gente común le acogió con gritos mesiánicos de «Hossana», algo completamente intolerable para los fariseos. Sin embargo, los saduceos de élite gozaban del control del Sanedrín (el consejo religioso), e incluso este tipo de bienvenidas no los movía.
Entonces, Jesús les llevó Su mensaje. El lunes, limpió el Templo de los cambistas por segunda vez durante Su ministerio y luego apostó Su legítimo reclamo a la Casa de Su Padre. De hecho, ni siquiera permitiría que la mercancía fuera transportada a través del Templo (Marcos 11:16). Los saduceos notaron a alguien invadiendo lo que consideraban su territorio.
Gracias al favor superficial de la multitud, Jesús mantuvo a raya a los líderes de Israel durante varios días hasta el tiempo señalado por Dios. E incluso entonces, esos mismos líderes todavía temían la respuesta de la multitud lo suficiente como para llevar a cabo un juicio nocturno y llevarlo a los romanos por la muerte por crucifixión en lugar de por lapidación, tal como lo había demostrado el Antiguo Testamento.
La iniquidad de la humanidad puso a Jesús en la cruz, pero ninguno de los acontecimientos lo tomó por sorpresa. Había advertido a Sus discípulos cuándo, dónde y cómo vendría Su muerte porque Dios la había planeado antes de que la tierra se formase.