Los primeros documentos afirman que [la tumba estaba vacía en la Pascua]: «Cuando entraron, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús» (Lucas 24:3).
Y los enemigos de Jesús lo confirmaron afirmando que los discípulos habían robado el cuerpo (Mateo 28:13). El cuerpo muerto de Jesús no pudo ser encontrado.
Hay cuatro maneras posibles de explicar esto.
1. Sus enemigos robaron el cuerpo.
Si lo hubieran hecho (y nunca afirmaron haberlo hecho), seguramente habrían producido el cuerpo para detener la difusión exitosa de la fe cristiana en la misma ciudad donde ocurrió la crucifixión. Pero no podían producirlo.
2. Sus amigos robaron el cuerpo.
Este fue un rumor temprano (Mateo 28:11-15). ¿Es probable? ¿Podrían haber vencido a los guardias de la tumba? Más importante aún, ¿habrían comenzado a predicar con tal autoridad que Jesús fue criado, sabiendo que no lo era? ¿Habrían arriesgado sus vidas y aceptado palizas por algo que sabían que era un fraude?
3. Jesús no estaba muerto, sino solo inconsciente cuando lo pusieron en el sepulcro.
Se despertó, quitó la piedra, venció a los soldados y desapareció de la historia después de unos pocos encuentros con sus discípulos en los que los convenció de que había resucitado de entre los muertos. Ni siquiera los enemigos de Jesús probaron esta línea. Obviamente estaba muerto. Los romanos cedieron al respecto. La piedra no podía ser movida por un hombre de dentro que acababa de ser apuñalado en el costado por una lanza y pasó seis horas clavado en una cruz.
4. Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.
Esto es lo que dijo que pasaría. Es lo que los discípulos dijeron que sucedió. Pero mientras haya una remota posibilidad de explicar la resurrección naturalistamente, la gente moderna dice que no debemos saltar a una explicación sobrenatural.
¿Es razonable? No creo. Por supuesto, no queremos ser crédulos.
Pero tampoco queremos rechazar la verdad solo porque es extraña. Debemos ser conscientes de que nuestros compromisos en este punto se ven muy afectados por nuestras preferencias, ya sea por la situación que surgiría de la verdad de la resurrección, o por la situación que surgiría de la falsedad de la resurrección.
Si el mensaje de Jesús os ha abierto a la realidad de Dios y a la necesidad del perdón, por ejemplo, entonces el dogma sobrenatural podría perder su poder sobre vuestra mente. ¿Podría ser que esta apertura no sea un prejuicio para la resurrección, sino la libertad de prejuicios contra ella?