Las acciones de Jesús— especialmente sus milagros, ofrecen ideas adicionales sobre cómo Jesús se veía a sí mismo.
No es el hecho de que Jesús haya realizado milagros lo que ilumina su autocomprensión (especialmente desde que sus propios discípulos realizaron milagros más tarde), pero lo importante es cómo interpretó sus propios milagros.
Jesús dijo: «Si expulso demonios con el dedo de Dios, entonces el reino de Dios ha venido sobre vosotros» (Lucas 11:20). No es como otros trabajadores milagrosos que hacen cosas increíbles y luego la vida continúa como siempre lo ha hecho. No, para Jesús, sus milagros fueron una señal que indicaba la venida del reino de Dios. Eran un anticipo de cómo va a ser el reino. Y eso distingue a Jesús.
Jesús vio sus milagros como algo sin precedentes: la venida del dominio de Dios. No se veía a sí mismo como un obrero de milagros; se veía a sí mismo como aquel en quien y a través del cual las promesas de Dios se presentan. Esa es una afirmación de trascendencia no demasiado velada.