Jesús desaparecido y Su salvación se ve más vívidamente en la historia de la Navidad. Los más cercanos a la venida de Cristo estaban más intactos por ella.
Tanto en el registro de Lucas como en el de Mateo encontramos que puedes crecer a la sombra del Templo de Dios, escuchar la Palabra de Dios todos los días de tu vida, conocer a los hombres sabios, explicarles el Antiguo Testamento y aun así perderte todo, si no está dentro de tu corazón y mente.
La Navidad es un momento para recordar que Jesús vino a salvarnos del pecado y a vivir dentro de nosotros. Cuidado con acercarse tanto en todos los sentidos, pero en vuestro corazón, a Cristo. Cuidado con conocer a Cristo, pero nunca conocerlo.
El diccionario de Webster dice que el conocimiento tiene tres niveles: reconocimiento, conocimiento y experiencia. Conocer a Cristo significa una experiencia personal de Su gracia que nos lleva a participar de Su salvación.
¿Qué tan cerca puedes llegar a Jesús y estar demasiado lejos?
Eso es lo que nos demuestran los líderes religiosos de la época de Cristo esta Navidad. Tan cerca que llegaron, y sin embargo, tan lejos se quedaron. Es posible estar tan cerca como ellos, y sin embargo, perder todo lo que Cristo y la Navidad tienen para ofrecer.
Mateo 2 y Lucas 1 nos presentan a los principales sacerdotes y escribas, con inmersión diaria en las Escrituras, horas interminables de canto y servicio, y exposición constante a todo lo que Dios había dejado para señalarle a Él y a Su salvación -solo tenían la Palabra de Dios externamente- nunca en sus voluntades y almas. Dios solo estaba cerca en sus bocas, y no en sus corazones.
La Navidad es un momento para recordar que Jesús vino a salvarnos del pecado y a vivir dentro de nosotros. Cuidado con acercarse tanto en todos los sentidos, pero en vuestro corazón, a Cristo. Cuidado con conocer a Cristo, pero nunca conocerlo.